jueves, 7 de abril de 2011

Intenso en silencio



Hagamos un pacto,
te rozo el cuello
con los labios
y dormitas en mi pecho.

Guardemos silencio
y nos volvemos reales.
A oscuras, la tarde
será de fuego
y caerá la luna en tus ojos,
insisto.

Siéntate en mis pupilas,
róbame la sangre,
vierte en mí tu aire,
sé que es sencillo entre nos.
Piénsame y tómame
por la espalda rotundamente.
No destruyamos los minutos,
déjame llegar a tus brazos,
ya.

Y si te amo
y han de enterarse las masas
¿qué hay de mí?
Podría entregarte la vida,
podría abrirme el pecho,
sacarme el corazón aún latiendo
e intensificar lo letal
de los miedos.

Me desgarras,
pensamos las mismas cosas
y al hablar
la conexión eléctrica
rompe el tiempo
y la sinfonía
se vuelve hielo
mientras mi voz
se torna fresca
y te suelto frases por las mañanas
que han de robarte el sentido.

Veamos el sueño por su columna.
Tú, solo tú,
pudiste escribir en mi alma
dos palabras
que tocaron lo profundo,
que llegaron a lo sublime.
Hagamos el pacto por hoy,
por esta noche
marcando un “por siempre”.

Déjame sentir el sabor
de la dulzura de tu presencia
tan solo por tres segundos
o quizá cinco
y no vivamos el ayer,
formemos un mundo,
formemos la luz,
nuestra luz.

Déjame sentir tu mano
en mi cuello,
esta vez te toca a ti
y déjame morir
de pánico…
Solo déjame intentarlo.

Hoy quizá hablemos,
hoy quizá durmamos
en el mismo sueño
y en diferente lugar.
Susténtame la sien
como si fuese tu gitana,
déjame crearte un nombre,
déjame ser árbol,
déjame simplemente
déjame.

Shirley Romero

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