martes, 11 de octubre de 2011

Pupilas de luna nueva



“Hoy no hay más que olvidar y viajar,
no hay porque esperar ni mirar atrás”
Gandhi

Hay luces empañando mis cristales,
las pupilas están corroídas,
descubriré nuevamente una noche
de luna nueva mientras cae el furor
de los hombres que caminan de cabeza.

No quise pensar, salté lo imaginario,
ya bastaba de no vivir realidades
entre tanta lluvia de martes,
se sentía el control mental a cada segundo,
así suele suceder.

Quise acompañar la esquina,
las gradas de aquella estación se volvieron
erróneas ante mi espera,
salté y caí, salté y me fui una noche más,
extraño ciertos tiempos cuando llueve.

Hay tiempos para reconocer,
cansa la idea del invierno
cuando las lunas solo nuevas quieren ser,
vamos esperando la crisis de frío,
son paredes encerradas en sí mismas.

Las preguntas se volvieron inútiles,
decidí silenciar mis dilemas
luego de escribir por vario tiempo
muchas palabras que quedaron disipadas
en el margen de algún camino que dio la vida.

Desearía volver el paso hacia atrás,
hacerme entender por una noche
que las lunas nuevas pasan, no todo frío es eterno,
simplemente el frío mata, mata sin necesidad
de que acabe.

Hay cristales, mil cristales que cortan,
cortan las heridas aún más profundamente,
quizá me esfuerce de vez en vez,
de noche en noche, me enfurezco e intento
alejarme de las sombras que me consumen.

El viento me atrapa a solas y caigo en la ironía
de dejar pasar los segundos sin tocar palabras,
no más palabras después de cuatro silencios.
las hojas bañadas en tinta me encienden el juego
despacio y sin precisas eternas.

Volvamos las horas en un circo,
no tiene caso luchar por lunas nuevas,
no se esconden las luces que son delirios.
El tiempo conoce mejor que nadie
la palabrería del espacio.

No debemos esperar,
no se debe mirar atrás entonces,
ya las calles se han abierto nuevamente,
aún las pupilas siguen corroídas,
espero en silencio, espero por las lunas.

Shirley Romero

Delirio de jazz

A: Javier Gómez
“Por esos días en los que llueve de noche, mientras la luz sigue fuera.”


El jazz se volvió lluvioso,
anduvieron mis armas por las calles,
mi peso mental seguía tras tu sonrisa,
mi intención acabó con el odio del aire.

Hasta el final la historia llegará,
las cosas salen mal, no voy a pensar
en el por qué o la culpa de quién,
solo me interesa rondar las calles de tu mano.

Un silencio lastimó nuestro respirar,
no podría detenerte, no es idea mía,
tu fuerza no se mide al rozar mis ojos
y mi amor no tiene un límite humano.

El abril a veces se oscurece
cuando duele amar,
las flores están en el apagador,
no hay vida que resista un final sin unión.

La gente ya no nos sigue el paso,
quédate una vez más
pese a no haber partido,
quiero escapar y sostener tu mano.

Ya no llores, yo no lloraré,
fija tu vista en el porvenir,
no mires el futuro pero sí
el jazz lluvioso que nos amarra hoy.

Si pudiera expresarte cómo es de inmenso,
ese delirio de mi corazón por tu mirar transeúnte,
ya no tengo voz que no te abrace,
es ahora tu alma, mi sangre, es ahora tuya.

Hoy te escribo, mientras las gotas de ese jazz
desbordan mis ojos por saberte a kilómetros
sin poderme disculpar por mucho
y agradecer por tanto.

En tus labios se encierra toda mi vida,
ya lo carmesí de ellos se volvió delirio también.
necesito una vez más decirte, gritarte, no sé,
necesito estar contigo, solo ámame también.

Cubre tus huesos con mi aliento,
encerremos nuestra vida en ese mundo interno,
déjame ya, déjame amarte una noche más,
la lluvia seguirá cayendo.

Nos hablamos pero no sabemos
qué pasará, me voy en tus segundos,
quisiera estar simplemente rodeada
por tu alma mientras nuestras miradas corren.

Te siento en cada sueño,
he de refugiarme de por vida bajo tu brazo
y pese a toda distancia seguir sintiendo
el jazz que la lluvia despeja por un amor perfecto.

No sé si seré la mejor mujer del mundo,
ya no sé si sé escribir pero juro,
ante todo el universo, jamás, nadie,
podrá amarte como yo en este jazz de lluvia.

Shirley Romero