viernes, 1 de abril de 2011

Los ángulos del mundo

En ese mundo donde no toco cielo
las mesas siguen vacías,
la luz se crispa en esa cúspide de vidrio
y nadie comprende:
¿por qué vivimos?
¿por qué morimos?
Ellos miran los triángulos en la pizarra
y yo escribo mientras Pitágoras me odia,
aún no me importa
y me valen los minutos escondidos
tras mi pluma y los grados del círculo
forman ángulos que no comprendo.
Las rayas siguen en la pared
mientras un poeta nocturno
suelta la risa porque tuve la idea
de sentarme en la pared rayada…
son solo ideas.
Recibo una llamada matutina (poco grata)
y Pitágoras me odia
aún más pero no lloro,
solo me le río en la cara
por no entenderle…
él solo me mira, pienso yo.
Y prosigue la lección
de células y ¿qué sé yo?
No me quedo quieta
mientras suelto preguntas
a un hombre sabio
al cual he de admirar
por siempre.
Tomo aire de donde no hay
y medito entre todas estas palabras
que caen desde el cielo
de mi mente,
mente en blanco
en busca de nada.
Sigo en ese mundo sin tocar cielo,
rodeada de los míos,
siendo totalmente diferente
y entre ignorantes y sabios nazco,
lucho,
pienso,
pero las horas caen eternas
en mi pecho
y termino con un lápiz viejo
transcribiendo la luna
que me ha regalado por las tardes.
Shirley Romero

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