martes, 7 de junio de 2011

Conocimiento regular



Una película sabe hacerme llorar,
después de respirar,
no quiero volver a hablar.

Coleccionemos esas cartas,
no olvidemos ya
las mañanas de charlas.

Ando silbando entre princesas,
los silencios me cuelgan al verles fumar,
no quiero volver a hablar.

Qué alegría más tonta
verte marchar,
te viví como una idiota, aún te vivo.

Mi cabeza vuela en este rango
de márgenes y qué bueno tenerte,
cada día, en esta música de soles.

Un trago pasional de semana
no sale de mí, los tres estamos mal, es este crimen
en el que ninguno deberíamos jugar.

Perdamos el ritmo,
no me importa ser enemigo,
no es mi plan maestro.

Harta de no soñar,
todos somos iguales,
todos tenemos algo que ocultar.

Están a salvo tus palabras,
por hoy, por siempre,
por la vida.

Una vez más demos todo,
que nos sobre respirar,
yo te cuido.

Miremos las dudas con la espalda,
refrenemos su dolor,
somos dos para uno.

Estas músicas se intensifican,
todo, poco, todo es poco,
no es magia, soledad, silencio.

No rompas mi cabeza,
esto no es de tristeza,
son solo muros que sobrepasar.

No necesitamos mediocridad,
no es de armas, es de paz,
ya no permito dogmas marchitos.

Esto se basa en la música
de nuestros ojos, Esa luz constante
e inmovible que critica el hombre.

Vayamos a un más allá
por estas semanas rotas, más los velos
del cuerpo han de caer desnudos.

Shirley Romero

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