sábado, 7 de mayo de 2011

No hay blasfemia



La parte blasfema de tu cuerpo me enloquece las más íntimas neuronas
que yacen en mi pecho tras estos pulmones dañados por el humo de la vida.

Los cielos amarillos del sur se vuelven tan perfectos ante tu mirada
de niño en silencio, esas miradas de escándalo entrecruzado.

El oriente de tus pasos y el divulgar continuo de mis frases sin aire siguen tras
la blasfemia eterna de amar y odiar.

Ambas,
distintas,
creando callejones en las pistas
de la metrópolis.

Prométeme despertarme al acabar la luna, la luna de tus labios,
esa que escala tus cicatrices mientras voy cerrando las heridas de la vida (quizá la muerte).

Confía en mí aunque el suplicio tenga luz, no quiero hacerte daño, dejemos de sufrir;
si me buscas partiremos a ese margen incierto donde nadie sabe nada y solo vivimos.

Cuéntame sobre esos lagos que disparan los trozos de nubes que tiraba por suerte,
esos pececillos enfermos que hoy nos hicieron un encuentro, entre meses.

Ya el cercano día de la respuesta, la ovación a la desgracia por la mejor dicha
que pudo plantear un edificio de tiempo, (tiempo al tiempo).

Cada cosa en su justo lugar, dejemos las blasfemias y profanemos,
ya da igual… ¿será lo mismo? Nadie está mencionando nombres, quizá ni existan.

Nace la ruina de un cadáver divino entre la distancia,
estás vivo y cuidado con lo que consigues, no se trata de voluntad.

Todos los días sale un sol, ¿sol de qué? Nadie sabe más allá.
mírate mirándonos mientras me miro mirándote para que nunca exista un “quizás”.

El par de leyes de esta temporada, talvez no sea lo correcto jugar,
es una técnica un tanto impensable, mejor que una canción que me traspasa la mente.

Si estamos aquí ¿qué más da perdernos? Deja que tu boca sea mi religión, mi salvación,
cuida mis caminos, caminos de cuello débil.

¿Me ves? Quiero perderme, quiero herir al tiempo, su lluvia, su sol, sus nubes y arco iris,
ya que cada mañana cierro los ojos y vuelvo a nacer aunque el mundo se vuelva arrogante.

El humo de la vida me sigue rozando pero esta vez por la espalda ya cubierta,
luna llena, blasfema blasfemias, sombría, tenue momento de libertad.

En cada rincón de vida nace la eternidad, miremos juntos pasar la muerte,
antes de empezar la vida, volvámonos contra el mundo y soñemos que todo es una blasfemia.

Shirley Romero

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