miércoles, 26 de octubre de 2011
Manera simple
Tu voz adivina me ronda por la piel,
vas buscando la manera simple
se calarte en mi pecho, sin tocar,
sí, sin tocar mis venas del sentido.
Sigue el sol en mis facciones,
sigo divagando en la banca rota
de las esperas perdidas;
todo sea por tu voz divina.
Estás en mi conciencia
confundiendo las horas
que bailan por tu composición,
porque mi alma te llama.
Esta soledad nos deja fortuna,
sigue brillando en sus esperas,
yo te tengo y me abrigo,
me abrigo con tus labios de alba.
Liberas la libélula intrépida
que despeja nuestro escondite,
mis piernas se detienen a sostener
lo baldío de la reyerta aún en dicha banca.
Mis zapatos siguen con su tacón,
deseo correr entre tus astros,
es el jardín de tu espacio,
de tu cuerpo transeúnte.
Los ojos de tu divina espalda,
resuenan mi aire para perderme
en la rueda que da tu voz adormecida,
y vos solo vas buscando la manera simple.
Shirley Romero
martes, 25 de octubre de 2011
Segunda planta
Florece en mi alma tu silencio,
cae tu casa sobre mi mesa,
la mesa sigue desnuda
y la desnudez de tu lengua
sigue haciendo el papel efímero
de lo incontrolable ante las verdades.
Mira tu hoja reposando
en el cadáver que hace su nido
de luces tupidas
al vaivén de remembranzas.
Hoy dejo caer mi pecho
por tomar tu mano, ya desnuda.
Las sombras se apoderan,
se tornan fantasmas e iniciamos
el rumbo escabroso de ambas mentes.
Ya no estamos pensando,
dejamos que el aire se acople
en la garganta hasta ahogar.
Desvístete una vez más,
no hablo de cuerpo,
no necesito ahora tu piel,
he de entregarte una noche más
la máscara que encubre mi alma,
estando a solas, al meditar.
Pasas lento y el viendo
corre en vendaval por tus pies,
nuevamente nos quiere hacer caer,
desconozco el juego, es solo espacio y tiempo,
tan solo el espacio de tu mirada
y el tiempo de las tormentas.
Dejo de mirar atrás
y florece en mi alma tu silencio,
nuevamente revirtiendo el calor
que premedita la casa
que se posa en mi mesa
por desconocer los delirios.
El ying yang se aterra,
se torna un nudo envolvente
en las hojas que cubren
una esfera en un más allá,
se sigue el juego,
no caigamos una vez más.
Olvida el éxodo de nuestras manos,
esas lunas ya se han tejido,
no todo es simple, no todo es fácil,
mírame a los ojos esta noche,
te quiero hablar aunque mi pecho
sienta la quemadura que deja tu silencio.
Explícate ya,
déjame saber por qué mi rostro
se desfigura en las noches
donde crece la tempestad.
solo quiero descansar esta noche
y saber si sigues caminando.
Tomo tu silencio por el cuello,
hoy sí lo escribí como debía,
hoy sí lo sentí como debía.
la casa sigue sobre la mesa.
¿Podemos construir una segunda planta?
son solo ideas porque sigo rondándote.
Shirley Romero
martes, 18 de octubre de 2011
Minerva de Sagot
Sagot continuaba mirando la televisión mientras ella acariciaba sus cabellos. Él sentía frío en los brazos y estaba un tanto disgustado por lo que miraba en la pantalla, ella se levantó a la cocina, preparó un platillo algo ligero y se dirigió a la mesa, él un tanto cohibido por el aroma, se puso en pie y se dejó llevar hasta ella.
Estaban en silencio, quizá sus bromas tensan y simplemente se aleje a su piano mientras ella lee en voz baja, sentada en su sillita de metal forrada con un tejido perfecto color azul oscuro y detalles en carmesí, ella y sus extraños gustos. Minerva estaba por acabar su librito de Allende, ella y su casa de espíritus, viajando en ideas inexistentes a contraluz; Sagot seguía posándose en su piano mientras el platillo se enfriaba un tanto y la mente iniciaba su divagación.
La televisión seguía encendida, ella se levantó a darle cierta probadita al platillo y de paso darle un beso en la frente a Sagot, andaba un tanto serio, las lluvias lo ponen un tanto melancólico mientras ella siente más deseos de leer. Ya estaba el punto exacto, ella, tomándolo de su mano, lo dirigió suavemente a la mesa, acarició su pierna lentamente, le regaló una sonrisa de mirada tierna y simple e iniciaron su cena, Sagot ignoraba sus miradas, tendía a comer algo rápido, como lo hace mi hombre, por el sabor postulado en cada cucharadita.
Se miraron, nuevamente la frivolidad en él acopló la ternura de ella y decidió darle importancia poniéndose seria, él sonrió por verla con ojos de niña enfurecida, se le llenaban las pupilas de enamoramiento mientras intentaba hacerse la fuerte, ya era hora de conversar pese a que se disfrutaba ciertamente el platillo. Él seguía ignorando su mirada mientras ingería rápidamente, ella soltaba una risilla incontrolable por la necedad a la que se sometía Sagot.
En el acantilado de sus almas, levantaron popa a la luz sombreada que abrigaba sus silencios, ella, volvió a acariciarle la pierna y una lágrima desbordó su felicidad mientras ambos recogían su plato. Ya llevaban tiempo juntos, él y sus pianos, ella y sus libros y ambas sangres, cuerpos y almas en unión total. Él secó su lágrima, la tomó en brazos y le dio una voltereta, ella, por sus nervios gritó, ja, me siento tan identificada con Minerva, Sagot tiene grandes similitudes con él también.
Hace unos años le entregué mi sí, ellos ya tenían varios años de casados, Sagot siempre fue un hombre dulce de alma y brusco externamente, ella, ella siempre silenciosa, solo a él le dio un “te amo” desde que lo conoció, él había viajado mucho por la vida, ella era un tanto más lejana a los caminos pero había aprendido bastante de ellos. Esa noche, sí, esa noche siguieron mirando la televisión, quizá no era tanto el mirar los programas sino sentir sus almas unidas.
Ella, acariciaba los cabellos de Sagot y él se recostaba en su regazo mientras le susurraba su eternísimo amor. Existe tanta historia similar, lo trillado no tiene nombre, no me interesa escuchar un “este tema ya me lo sé”. Ellos solamente supieron amarse, Sagot era serio, ella tan solo era silenciosa y tímida, juntos, el mundo se volvía muy diferente, era tan solo de cruzar su puerta y caminar entre los miles de goces energéticos que despejaban las caracolas de sus mentes.
Esa noche, me senté a observar, tan solo a sentirlos, ambos tenían magia, no habría palabra concreta para definir sus ciclos ondulados entre mañanas y noches, simplemente era una vida tranquila, él tocaba piano, ella leía, él la amaba, ella igual, ella adoraba su vida porque lo tenía a él y él, qué decir, era el hombre más feliz del mundo, no sé qué pasó, hay momentos que cruzan pianos y pianos que cruzan libros… Sagot y Minerva siguen unidos, quizá mirando la televisión o simplemente cenando noche a noche mientras la lluvia cruza por mi mente su recuerdo.
Shirley Romero
martes, 11 de octubre de 2011
Pupilas de luna nueva
“Hoy no hay más que olvidar y viajar,
no hay porque esperar ni mirar atrás”
Gandhi
Hay luces empañando mis cristales,
las pupilas están corroídas,
descubriré nuevamente una noche
de luna nueva mientras cae el furor
de los hombres que caminan de cabeza.
No quise pensar, salté lo imaginario,
ya bastaba de no vivir realidades
entre tanta lluvia de martes,
se sentía el control mental a cada segundo,
así suele suceder.
Quise acompañar la esquina,
las gradas de aquella estación se volvieron
erróneas ante mi espera,
salté y caí, salté y me fui una noche más,
extraño ciertos tiempos cuando llueve.
Hay tiempos para reconocer,
cansa la idea del invierno
cuando las lunas solo nuevas quieren ser,
vamos esperando la crisis de frío,
son paredes encerradas en sí mismas.
Las preguntas se volvieron inútiles,
decidí silenciar mis dilemas
luego de escribir por vario tiempo
muchas palabras que quedaron disipadas
en el margen de algún camino que dio la vida.
Desearía volver el paso hacia atrás,
hacerme entender por una noche
que las lunas nuevas pasan, no todo frío es eterno,
simplemente el frío mata, mata sin necesidad
de que acabe.
Hay cristales, mil cristales que cortan,
cortan las heridas aún más profundamente,
quizá me esfuerce de vez en vez,
de noche en noche, me enfurezco e intento
alejarme de las sombras que me consumen.
El viento me atrapa a solas y caigo en la ironía
de dejar pasar los segundos sin tocar palabras,
no más palabras después de cuatro silencios.
las hojas bañadas en tinta me encienden el juego
despacio y sin precisas eternas.
Volvamos las horas en un circo,
no tiene caso luchar por lunas nuevas,
no se esconden las luces que son delirios.
El tiempo conoce mejor que nadie
la palabrería del espacio.
No debemos esperar,
no se debe mirar atrás entonces,
ya las calles se han abierto nuevamente,
aún las pupilas siguen corroídas,
espero en silencio, espero por las lunas.
Shirley Romero
Delirio de jazz
A: Javier Gómez
“Por esos días en los que llueve de noche, mientras la luz sigue fuera.”
El jazz se volvió lluvioso,
anduvieron mis armas por las calles,
mi peso mental seguía tras tu sonrisa,
mi intención acabó con el odio del aire.
Hasta el final la historia llegará,
las cosas salen mal, no voy a pensar
en el por qué o la culpa de quién,
solo me interesa rondar las calles de tu mano.
Un silencio lastimó nuestro respirar,
no podría detenerte, no es idea mía,
tu fuerza no se mide al rozar mis ojos
y mi amor no tiene un límite humano.
El abril a veces se oscurece
cuando duele amar,
las flores están en el apagador,
no hay vida que resista un final sin unión.
La gente ya no nos sigue el paso,
quédate una vez más
pese a no haber partido,
quiero escapar y sostener tu mano.
Ya no llores, yo no lloraré,
fija tu vista en el porvenir,
no mires el futuro pero sí
el jazz lluvioso que nos amarra hoy.
Si pudiera expresarte cómo es de inmenso,
ese delirio de mi corazón por tu mirar transeúnte,
ya no tengo voz que no te abrace,
es ahora tu alma, mi sangre, es ahora tuya.
Hoy te escribo, mientras las gotas de ese jazz
desbordan mis ojos por saberte a kilómetros
sin poderme disculpar por mucho
y agradecer por tanto.
En tus labios se encierra toda mi vida,
ya lo carmesí de ellos se volvió delirio también.
necesito una vez más decirte, gritarte, no sé,
necesito estar contigo, solo ámame también.
Cubre tus huesos con mi aliento,
encerremos nuestra vida en ese mundo interno,
déjame ya, déjame amarte una noche más,
la lluvia seguirá cayendo.
Nos hablamos pero no sabemos
qué pasará, me voy en tus segundos,
quisiera estar simplemente rodeada
por tu alma mientras nuestras miradas corren.
Te siento en cada sueño,
he de refugiarme de por vida bajo tu brazo
y pese a toda distancia seguir sintiendo
el jazz que la lluvia despeja por un amor perfecto.
No sé si seré la mejor mujer del mundo,
ya no sé si sé escribir pero juro,
ante todo el universo, jamás, nadie,
podrá amarte como yo en este jazz de lluvia.
Shirley Romero
“Por esos días en los que llueve de noche, mientras la luz sigue fuera.”
El jazz se volvió lluvioso,
anduvieron mis armas por las calles,
mi peso mental seguía tras tu sonrisa,
mi intención acabó con el odio del aire.
Hasta el final la historia llegará,
las cosas salen mal, no voy a pensar
en el por qué o la culpa de quién,
solo me interesa rondar las calles de tu mano.
Un silencio lastimó nuestro respirar,
no podría detenerte, no es idea mía,
tu fuerza no se mide al rozar mis ojos
y mi amor no tiene un límite humano.
El abril a veces se oscurece
cuando duele amar,
las flores están en el apagador,
no hay vida que resista un final sin unión.
La gente ya no nos sigue el paso,
quédate una vez más
pese a no haber partido,
quiero escapar y sostener tu mano.
Ya no llores, yo no lloraré,
fija tu vista en el porvenir,
no mires el futuro pero sí
el jazz lluvioso que nos amarra hoy.
Si pudiera expresarte cómo es de inmenso,
ese delirio de mi corazón por tu mirar transeúnte,
ya no tengo voz que no te abrace,
es ahora tu alma, mi sangre, es ahora tuya.
Hoy te escribo, mientras las gotas de ese jazz
desbordan mis ojos por saberte a kilómetros
sin poderme disculpar por mucho
y agradecer por tanto.
En tus labios se encierra toda mi vida,
ya lo carmesí de ellos se volvió delirio también.
necesito una vez más decirte, gritarte, no sé,
necesito estar contigo, solo ámame también.
Cubre tus huesos con mi aliento,
encerremos nuestra vida en ese mundo interno,
déjame ya, déjame amarte una noche más,
la lluvia seguirá cayendo.
Nos hablamos pero no sabemos
qué pasará, me voy en tus segundos,
quisiera estar simplemente rodeada
por tu alma mientras nuestras miradas corren.
Te siento en cada sueño,
he de refugiarme de por vida bajo tu brazo
y pese a toda distancia seguir sintiendo
el jazz que la lluvia despeja por un amor perfecto.
No sé si seré la mejor mujer del mundo,
ya no sé si sé escribir pero juro,
ante todo el universo, jamás, nadie,
podrá amarte como yo en este jazz de lluvia.
Shirley Romero
martes, 4 de octubre de 2011
Mente en alas
Éramos extraños, inicié,
las luces se venían
por tus alas,
bañando tu aire.
El juego de lunas
se posó en tus pupilas,
tus labios amaestraron
mis alas a eternidades.
El fin del mundo
nos ha pasado
por el cuerpo
y las risas han dado espacio.
Deja que tu mano
me de la señal,
tócame la espalda,
sé quién eres.
Ya no basta con seguir,
toma tus alas y vuela,
vuela a mi lado,
la mente está lista para continuar.
Deja que tu cuerpo
prosiga su labor,
deja que tus brazos
puedan sostenerme.
Ya no temo mirarte
a los ojos pese
a oscurecer los míos,
es cuestión de tomar alas.
Éramos extraños,
la luz de tus alas me llamó,
gritó sin piedad y hoy
me tienes con la mente en alas.
Shirley Romero
viernes, 30 de septiembre de 2011
Las miles de luces
Cubre la luz que empaña tu historia,
siente el remolino de los siglos,
infinidad de leyendas que encubren
cada vena que recorre por tu cuerpo,
dejando navegar tu sangre que no solo es tuya.
Ya van años, quizá microsegundos
desde que comprendí ciertos silencios
que me supieron a ti, se abrieron
muy pocas ventanas con una luz
que por juramento no quedaba más que cubrir.
Nunca supe nada, nunca logré saber
ese hilo de venas que llevabas
en tus hombros, cargando tantos
ciclos de ira y éxtasis
por una noche perfecta.
Siempre supe que en tu luz
podía refugiarme,
pese a no entender
cómo encendiste esa luz
con tus manos perfectas.
Logré adentrar tus suelos,
al tomar tu brazo, extirpar parte
de tus músculos espesos
y conocer a tus cielos, tus pisos,
tus sonrisas y golpes en la espalda al andar.
Nunca descubriré los miles
de años que encadenan cada uno
de tus cabellos, quizá se sintonice
mi mano con la tuya y tropecemos a la vez
pero al descubrir la luz que cubres vuelo.
Mi cuerpo se siente cansado,
cuando me miras sé que me miras,
tu luz nutre el andar de mis lunas,
tus manos tocan el viento
de las ramas de este sol.
He de temer al oidor,
he de vanagloriar al silencio
que quema tus pestañas
cuando caminamos sin rastro,
seré la única mujer que te abraza.
No te robo la calma
al saber la luz que empaña tu historia
y escucho, salta mi pecho,
gritas en silencio al leerme la mente,
al dominarme en cierne.
Miles de músicos
cantaron sus glorias solo ahí dentro,
quizá sienta temor por no saber
qué hay detrás de tanta oscuridad
mientras los ojos brillan como nunca.
Siento el desdén total
de cortar el corazón de todo impío
que se atreva a tratar de falso
al universo, solo él sabe ponerme loca,
solo él sabe que creo en lo que no he conocido.
La noche está perdida, hay silencios,
sigo en pie, nunca he de soltar
las miles de manos,
las miles de sangres,
las miles de luces que te empañan la historia.
Shirley Romero
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